Feliz Hanuká porque ni ahí con la navidad...
Hanuká (en hebreo, 'consagración'), festividad anual de los judíos que se celebra durante ocho días consecutivos. Comienza el 25 de Kislev, el tercer mes del calendario judío, que más o menos se corresponde con el mes de diciembre del calendario gregoriano. También denominada Fiesta de las Luminarias, Fiesta de la Consagración y Fiesta de los Macabeos(que ojo no somos nosotros), Hanuká conmemora la reconsagración del Templo de Jerusalén por Judas Macabeo en el 165 a.C., tras ser el santuario profanado por Antíoco IV Epífanes, rey de Siria y señor de Palestina.
En el 168 a.C., y en una fecha que hasta cierto punto se corresponde con el 25 de diciembre del calendario gregoriano, Antíoco ordenó dedicar el Templo a la adoración de Zeus Olímpico, alzándose un altar en honor de esta divinidad pagana en lugar del gran altar judío. Cuando Judas Macabeo reconquistó la ciudad, tres años después, mandó purificar el Templo e instalar un nuevo ara en lugar del destruido. A continuación, el Templo volvió a consagrarse a D-os con festejos que duraron ocho días. Según la tradición talmúdica, fue posible encontrar un solo cantarillo de aceite de oliva ritualmente puro, el rito de reconsagración. Sin embargo, esa pequeña cantidad ardió milagrosamente durante los ocho días. Una de las principales características de la celebración actual, que conmemora este milagro, es el encendido de velas, una la primera noche, dos la segunda, y así hasta que al final la última jornada arden todas en un candelabro especial de ocho brazos. La principal fuente del relato de Hanuká se halla en el Talmud.
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